Existe una cierta rutina en cada post que publico: primero selecciono aquellas fotos que dan forma a la historia, después las coloco en el orden que aportan sentido y coherencia, las subo al servidor y por ultimo me siento frente al teclado para intentar expresar lo que cada reportaje me suscita.
Para mi, esta es la parte más complicada porque consiste en duplicar el trabajo ya realizado pero de una forma más interna: seleccionar las palabras que dan forma, colocarlas en el orden adecuado y escribirlas; con un matiz único: debo buscar muy dentro de mi e intentar ser todo lo sincero y humilde que pueda, porque es así como quiero enfrentarme al mundo.
Es la 1:11 de la madrugada y sentado frente al ordenador pienso en las fotos que tengo delante, en las personas que forman parte de esta historia. En esta ocasión me siento abrumado por todo lo que me gustaría decir, por como me gustaría decirlo.
Ellos son Mónica, Chalón y Josep.
Chalón, es el marido de Mónica, un tipo genial. Es fácil sentirse cómodo en su compañía desde el primer momento. Es un gran padre, y no hay más que mirar la forma en la que trata a Josep, el pequeño de la familia, el terremoto de la sonrisa eterna. Un niño dulce, vital y muy cariñoso.
Mónica, es la mama de este grupo de rock and roll. Es fotógrafa, una gran fotógrafa. De ella aprendo cada día, me enseña como hacer cosas maravillosas cuando a veces las condiciones no son las mejores (y no solo hablo de las condiciones fotográficas…)
Ella apareció en un momento en concreto de mi vida en el que (aunque yo no lo sabia) todo se estaba empezando a desordenar. Apareció de forma sutil, casual, espontánea, como es ella.
Fue esa pequeña grieta fundamental en mi universo. Ese paradigma necesario.
De ella puedo decir muchas cosas y todas buenas. Pensar en ella es pensar en amistad y en compañerismo. Sin ninguna duda y de la forma más sincera.
Pero lo que realmente puedo agradecer a Mónica, es aportarme cordura y serenidad. Quizás por que es lo que más necesito.
Soy un poco loco y tiendo a volar muy lejos en situaciones inesperadas. Ella es la persona que me agarra fuerte y me coloca en el lugar justo en el que debo estar.
Y yo se lo agradezco muchísimo.
Se, que si ella lee esto, seguramente me este odiando por ponerlo por escrito. Los dos pensamos que hay cosas que son mejor vivirlas que escribirlas. No debería, pero forma parte de mi pequeño ritual: me siento y dejo que las fotos me hablen. Es así y lo será por mucho tiempo.
No seguiré escribiendo porque ya es tarde (al menos para los lunáticos que como yo a estas horas queremos estar pendientes de la luna y no de un ordenador), y porque quiero conservar a mi amiga, jajaja, pero sólo diré un par de cosas más: a vosotros familia, gracias por un día fantástico, por unas fotos inolvidables y por una compañía única; y a ti Mónica gracias por enseñarme que lo maravilloso de la vida, es vivirla.
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