Aquel día me volvió a suceder cuando iba camino a una boda en la Finca Quimera. No es algo que me sucediera en aquella única ocasión, pero si es algo que ocurrió de diferente manera.

Sucede que en muchas ocasiones una canción aparece en tu cabeza sin previo aviso, y se repite de una manera continua e insistente. Está no es una canción de un anuncio que emitan continuamente en televisión, ni ese ritmillo pegadizo que ponen en el supermercado cuando estas comparando dos productos aparentemente similares. No, no lo es. Es simplemente una canción que un día escuche y que me ha hecho pensar y divagar en muchas ocasiones.

Esta canción es una fábula con melodía.

Dejadme que os cuente la fábula para que podáis entender un poco más. La historia se llama «La fábula de los tres hermanos«.

«Cuenta la fábula que había tres hermanos cuyo más precioso deseo era andar por la vereda para poder descubrir y fundar. El primero de ellos, el de más edad, decidió ir mirando siempre el suelo que pisaba para nunca herrar el pasó y andar firme y decidido en su largo caminar. Pasarón los años y fue tanta la precaución con la que andó, mirando siempre a sus pies, que su cuello nunca pudo alzar, y queriendo ir lejos, se hizo viejo con su corta visión sin mucho poder avanzar.

De los dos hermanos restantes, el de en medio, por la vereda se hizo a caminar. Este bien atento al horizonte, siempre mirada al frente para no fallar o errar. Pero tanto fue el esfuerzo, en mirar siempre al frente, que una y otra vez las piedras del camino le hicieron tropezar. Pasaron los años y fue tanta la atención en el horizonte otear, que caía una y otra vez, y queriendo ir lejos, se hizo viejo, revolcado en el suelo y sin mucho poder avanzar. 

Y de los tres hermanos, el más joven el sendero se puso a caminar. Este era avispado y durante años decidió a sus hermanos observar. Es por ello, que ando la vereda con un ojo en el horizonte y otro en su caminar. Y caminó vereda adentro, y fue el que más. Pero pasaron los años y no fijando su mirada, se perdió entre el ir, y el estar.»

Esta es la fábula en la que muchas veces he pensado en forma de canción, y es que no lograba entender…¿no debería tener un final feliz? Durante mucho tiempo he supuesto que el hermano mayor mantenía su visión pendiente del presente, el mediano del futuro, y el pequeño enloqueció en su devenir constante entre el presente y el futuro. ¿Pero… no debería existir una opción correcta que permitiese a uno de los hermanos andar por la vereda para descubrir y fundar? No es así como yo entendía las fábulas…

Le he dado infinidad de vueltas sin encontrar una solución.

Pero esta es la magia de la vida, y la manera en que encuentras sin buscar.

Y aquel día, en una preciosa boda en la Finca Quimera, mientras Pepa (con su espectacular vestido de Hannibal Laguna) y Jaime se estaban casando, en una emotiva ceremonia civil; entendí la fábula en base a todo aquello que la familia de estos novios contaron de sus propias vidas. Viéndolos durante el día no pude estar más convencido, que ninguno de los hermanos jamas habría podido llegar a su destino. De ninguna de las maneras posibles.

Porque sólo existía una forma, y era caminar juntos. Porque es así como se hacen las grandes historias, cuando dos vidas, deciden vivirse como una sola, juntos por un fin común.

Aqui os dejo la canción, por si quereis echar un ratito. Y si os gusta, os recomiendo echar una ojeada a la discografía de Silvio Rodriguez, porque hoy en día no es fácil encontrar poetas que canten con el corazón.

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