Me gusta el mar, y por contra me gusta la montaña.
Que ocurre cuando tengo la suerte de poder fotografiar una boda íntima en un lugar donde se unen las dos cosas?? Pues que tenemos un reportaje fantástico, con unos novios geniales, en un lugar espectacular.
Mirar a través del visor de la cámara y ver ese magnifico contraste: el azul del cielo, el turquesa del mar y el verde de la montaña, es una autentica delicia para los sentidos. Como un pantone creado de forma intencionada para tener el mejor de los escenarios para un evento que seguro recordaré por mucho tiempo.
La Ermita de la Regalina fue el lugar concreto donde Paco y Fina intercambiaron sus anillos.
De la Ermita poco puedo decir que por si misma no diga: construida sobre un acantilado es un dardo azul y blanco que llega de forma directa desde los ojos al corazón.
Recuerdo, que en un momento concreto de la ceremonia, retire mis ojos de la cámara y la confusión se apoderó de mi: ¿estaba en Asturias o estaba realizando un reportaje de boda en Escocia, en uno de los maravillosos parajes de Highland?
Un reportaje, que para mi desde luego es muy especial. Siento que hay partes que el reportaje no puede mostrar: la brisa del mar, el olor a hierva mojada y sal de las olas… Eso es algo que llevaré en mi mochila durante mucho tiempo. Más sensaciones que recordar en años venideros.
Pero sólo es una parte del día, para celebrar, una ocasión tan especial Paco y Fina eligieron el restaurante La Salgar. Un acierto seguro, donde los paladares más exigentes pueden recrearse con la fantástica y exquisita cocina de Nacho Manzano. Y creedme, puedo dar fe de ello.
La Ermita de la Regalina + La Salgar = La boda perfecta.