Muchas parejas cuando están preparando su boda y tienen que elegir fotógrafo, acuden a esas prometedoras listas de «los 10 mejores fotógrafos de Madrid«, «los 10 mejores fotógrafos de Toledo«, etc, dependiendo del lugar en el que vivan.

Rápidamente acuden a ellas como un náufrago en el mar que encuentra ese grueso madero flotando en la superficie sin saber o más bien desconociendo, lo que en ellas se incluyen y fiándose del criterio de la persona que hizo esa lista. No es que esté en contra de estas cosas. Pienso que cada cual debe hacer lo que considere y de ahi la libertad de cada uno para decidir. Equivocarse es incluso una opción valida y necesaria.

No existen recetas mágicas en este aspecto. Es (hablando culinariamente) como si existiera una lista con los mejores platos de «X» ciudad, ¿no debería de valorar yo con mis sentidos si esto es así, o al menos haber probado uno de ellos?

Nadie tiene el secreto, y esto lo puedo asegurar: cada día estoy más convencido que cada pareja es distinta y no todas encajan dentro de esas listas predefinidas en función de unos intereses particulares.

Pero hay algo que si puedo asegurar para un buen resultado en el reportaje final, unos ingredientes que si pueden significar el éxito de un buen sabor de boca.

La boda que hoy os quiero enseñar tiene muchos de estos ingredientes básicos y fundamentales, que si nos encargamos de cuidar van a ser un éxito asegurado. Hay muchos más, pero estos no deberían nunca faltar.

El primero de estos ingredientes es la luz.

Para los fotógrafos es algo fundamental y hacer buen uso de ella es la clave. Todo fotógrafo debería saber trabajar con distintas luces y situaciones lumínicas, pero si de partida contamos con una buena luz el camino va a ser mucho más agradable. Y desde luego, cada vez que he tenido la suerte de visitar Asturias, he contado con una de las mejores luces que he podido encontrar. Cuando estoy allí, mirando a través de mi cámara, buscando ese pedacito de perfección, siento que me gustaría ser uno de esos fotógrafos en Galicia, Pais Vasco o Asturias. Lugares donde la luz es casi perfecta, en CASI todas las ocasiones.

El segundo de los ingredientes, fundamental y necesario en extremo, es la ACTITUD. Y en esto Teresa y Piti si que son unos auténticos profesionales. Que el día de tu boda amanezca nublado, que se ponga a llover justo cuando estás haciendo las fotos de pareja y tomárselo con un gran sentido del humor; es tener una actitud muy positiva ante la vida y por supuesto un tesoro inapreciable.

Otro añadido fundamental es contar con una de las mejores fincas para celebrar tu boda, que encuentres en tu ciudad y confiar en ellos plenamente. En este sentido la Finca la Isla, situada junto al Jardín Botánico Atlantico de Gijón es una muy buena opción como podréis ver en las fotos que a continuación os muestro, pero si además, tenemos la suerte de añadir el cuarto de los ingredientes fundamentales a la finca, entonces estaremos muy cerca de la boda perfecta.

Este cuarto y último condimento es: una wedding planner. Indispensable. En este caso las encargadas de gestionar, organizar, decorar y supervisar la boda fue Xanas Wedding. De ellas sólo puedo decir maravillas.

Esta, según mi propio punto de vista, sería la receta básica a la que se le pueden añadir más cosas, y esta boda que os muestro es un ejemplo de lo que os cuento, pero hacedme un favor, no toméis por cierto todo lo que os he dicho, dudad de mi y valorad con vuestros propios sentidos, al final vuestro criterio es el más importante.

Y a vosotros Teresa y Piti, gracias por formar parte de este día tan especial y enseñarme que por encima de cualquier cosa está la actitud y el cariño a las personas que trabajan para vosotros.

Un abrazo enorme.

Preparativos: Hotel Casona de Cefontes

Wedding Planner: Xanas Wedding

Vestido de Novia: Covadonga Plaza

Finca y Catering: Finca la Isla